El Siervo de Dios Padre Pedro Balzi nació en Lausana (Suiza) el 21 de diciembre de 1926 y murió en Teresina (Brasil) el 5 de octubre de 2009. Sacerdote de la Diócesis de Bérgamo (Italia) y miembro de la Comunidad Misionera del Paraíso, como sacerdote “fidei donum” dedicó gran parte de su ministerio a la misión en América Latina, Bolivia y Brasil. Apóstol de la caridad, adornado con un espíritu de pobreza ejemplar, en la misión pastoral la ofreció por completo su vida "para gloria de Dios, honor de María Santísima y salvación de las almas". Buscó en toda circunstancia la Voluntad de Dios, confiando a la Divina Providencia toda su gran obra evangelizadora.
Recibió una sólida formación cristiana de su familia, en un ambiente austero pero rico en valores humanos. Inmigrantes italianos en Suiza, sus padres Pietro Balzi y Maria Piantoni tuvieron otros dos hijos, uno de ellos una religiosa canosiana, la Madre Benilde Balzi. De niño se trasladó con sus familiares a la ciudad de Ponte Nossa, en la diócesis de Bérgamo, donde encontró en el Santuario mariano de su nueva parroquia el terreno para sembrar su vocación sacerdotal.
A los once años y medio (1938) ingresó en el seminario diocesano. Aún como seminarista y movido por un especial deseo misionero, en 1949 fue uno de los tres primeros en presentarse al recién fundado "Instituto Misionero del Clero Diocesano de Bérgamo", la Comunidad Misionera del Paraíso. Ordenado sacerdote el 3 de junio de 1950 por Mons. Adriano Bernareggi, trabajó durante un año en la ciudad de Mariano di Dalmine. Luego fue enviado a la misión inaugural en la región italiana del Basso Polesine, en la diócesis de Chioggia, donde desarrolló un intenso y fructífero apostolado, con fuerte repercusión social, en zonas afectadas por inundaciones catastróficas. Nombrado párroco de Contarina, compartió sus preocupaciones cotidianas y su dedicación pastoral con otros incansables misioneros, entre los que se encontraba el Beato Sandro Dordi.
En 1964 el Siervo de Dios partió para Bolivia como “sacerdote fidei donum”, para unirse a la recién fundada misión bergamasca em ciudad de La Paz. Fue nombrado párroco de la Parroquia Santiago Apóstol, en la zona de Munaypata, una amplia periferia, e hizo del nombre del lugar "colina del amor" - en aymara - el lema de su trabajo pastoral. Aprendió el dialecto local y acompañó a las pequeñas comunidades dispersas por el Altiplano; organizó la asistencia religiosa, coordinando el grupo misionero de sacerdotes, religiosos y laicos; diseñó y construyó, con la ayuda de los benefactores obras de excelencia, como el Hospital Juan XXIII. Se reservó el mínimo para sí mismo y dio el máximo de sus fuerzas y recursos. Solícito con toda la Iglesia en Bolivia, animó las vocaciones locales, guió espiritualmente a los miembros del clero e incrementó la actividad pastoral de los grupos diocesanos. Mantuvo una postura profética ante la crisis política de los años de la Dictadura, llegando a ser detenido por intervenir en una posible massacre civil. Defendió con claridad y coherencia un amplio proyecto de promoción social del pueblo boliviano, respetando su cultura y tradiciones, para garantizarles el derecho a asumir su propia historia e identidad como "artesanos dignos de su futuro".
En los 60 años, el Padre Pedro Balzi decidió "reiniciar" la misión, fruto de una inevitable llamada interior. Invitado por el obispo Miguel Câmara, entonces Arzobispo de Teresina, abandonó Bolivia en silencio para dedicarse a los leprosos en la capital del Estado de Piauí. Dispuesto a formar una "leprosería" y a vivir en ella hasta el final de su vida, el Siervo de Dios pronto se dio cuenta de que el cuidado pastoral de los leprosos requería otra propuesta. Por eso construyó el "Centro Maria Imaculada", donde los enfermos eran atendidos sin tener que ser "recogidos" en sus lugares sociales. En los primeros meses desde su llegada, en marzo de 1987, el Padre Pedro colaboró en la Paróquia Nossa Senhora da Paz.
Todavía en 1987, el Siervo de Dios se encontró con la "villa miseria" llamada Vila da Paz. Interpretando en esto otro signo de la Providencia, pidió permiso a Mons. Miguel Câmara para establecerse en la nueva zona. Con el mismo espíritu de pobreza y disponibilidad evangélica, organizó la vida religiosa y social de un territorio complejo. Se convirtió en el "Párroco de los Pobres" de una región considerada en su momento la más violenta de la ciudad. Sufrió persecución y fue repetidamente incomprendido, aunque nunca perdió el vigor misionero. Confió a la protección de Nuestra Señora de la Paz todas las obras que realizó en Brasil, "por gracia de Dios", como le gustaba repetir. Su apostolado inicial fue decisivo para la creación de la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz, que recibió en 1997 el título de Santuario diocesano, gracias al celo de su párroco.
Pensando en los "más necesitados", el Siervo de Dios creó la Fundação Nossa Senhora da Paz, en la que reunió estructuras y proyectos en torno a la asistencia a la familia y a la promoción humana, en los sectores de la educación, salud y deporte. Y para combatir el triste mal de la drogodependencia, que ya se había enfrentado desde Bolivia, el padre Pedro Balzi apoyó decididamente a la Comunidad Terapéutica Fazenda da Paz, donde tambíen era el director espiritual.
El Siervo de Dios murió a los 82 años, víctima de un cáncer de los huesos. Aceptó la enfermedad como la "corona de su sacerdocio", en un vigilante espíritu de ofrenda. Convirtió ese calvario de tres meses en una experiencia mística de fe. Llamó "caricias de Dios" a los sufrimientos por los que "debería" pasar. Para él, la muerte tenía la transparencia más pura de la eternidad: por eso sin miedo caminaba hacia ella. En su último lecho, en la habitación más pobre junto a la sacristía de la Iglesia Parroquial, quiso asegurarse de morir sin poseer nada, ningún recurso humano. Murió rodeado del amor filial de su comunidad y del clero de Piauí, así como de la solidaridad de los amigos de todo el mundo, entre los que se encuentran sus benefactores.
El solemne funeral, presidido por el Arzobispo Sergio da Rocha, dio prueba de la fama de santidad que acompañó al Siervo de Dios durante su vida y que, desde su muerte, ha crecido espontáneamente. Enterrado inicialmente en el Cementerio San Judas Tadeo en Teresina, sus restos mortales fueron posteriormente trasladados a la "Capela da Via Sacra", construida por él en la Vila da Paz. Los fieles de la comunidad parroquial y de otros lugares afirman haber recibido gracias especiales al visitar su tumba e invocarlo en privado. Gracias obtenidas de Dios para el bien de los niños, los jóvenes, los enfermos y los afligidos, a los que el Siervo de Dios Pedro Balzi prestó especial atención en toda su vida misionera.
Oración
Para devoción privada.
Padre misericordioso,
que infundiste en el corazón
de tu siervo, Padre Pedro Balzi,
un amor fuerte y creativo
en el servicio de los "más necesitados"
y celo por la vida parroquial,
ayúdanos a seguir su ejemplo
en el camino misionero de la Iglesia,
haciendo cada día tu Voluntad
y ofreciéndonos con alegría
por la paz y la salvación para todos.
Concédenos, por la intercesión
del Siervo de Dios Pedro Balzi,
la gracia que hoy imploramos: (...)
en la esperanza de que,
reconocidas sus virtudes,
sea asociado al número de tus santos.
Amén.
Nuestra Señora de la Paz, ruega por nosotros!
PADRE NUESTRO – AVE MARÍA – GLORIA
Imprimatur
+ Jacinto Brito, Arzobispo de Teresina (Brasil)